sábado, 2 de diciembre de 2017

El día que pasaron juntos y su prima le contó sus penas (ensayo de tono de novela próxima)

EL DÍA QUE PASARON JUNTOS Y SU PRIMA LE CONTÓ SUS PENAS


Yo te quería, pero no podía llevarte al infinito de mis sueños siempre tan pesadillezcos, como los sueños turbios de un dictador, de un torturador, de cualquiera. Si infinitamente quería decir siempre, no puedo nada más que decirte que no, que siempre no, que por acaso, que por ahora.

Así llegó la niña que no era hija del quien le dio su apellido, sino de un amigo de éste.

Desde ese momento en adelante la cuestión se partió en dos: lo oculto y lo necesariamente ostentoso para tapar lo oculto. Así era la cuestión cuando Ardohain decidió investigar la muerte temprana de aquella que cuando niña llevaba oculto en ella misma un presagio.

Nunca serás la escuela de nadie, sin embargo, fuiste la escuela de una argentinidad al palo que se desenvolvía sin pausa, entre la mazorca, la sangre y el espanto de no pertenecer al patriciado, ¿lo que nos obligaba al populismo? ¡No! ¡qué va! nos obligó a inventar un patriciado trucho.
Si partías me matabas de risa, me matabas de risa, porque ya no soportaba un minuto más tenerte así, sin saber para qué vivías sufriendo tanto y me lo contabas con tanto humor que me matabas de risa.

Si me matabas, me partías en dos cielos, porque una parte de mí quedaría para siempre amarrada a tu cuerpo, en esta dimensión del cielo que se denomina mundo. La otra se iría al cosmos eterno y desde allí te estaría espiando. Para que no te confundas, me matas, pero no parto, me quedo contigo.

No sé qué haría de vos esa ternura que pretendías en todas las cosas. Tonta parecías, siempre atontada de la risa. Primero fuiste la morochita nacida en Barrio Norte, luego la conchetita de Barrio Norte que llevaron a vivir a Moreno.

Pero todo era promiscuo por aquellos tiempos. Qué se podía esperar de ello. Las cosas eran así y había que salvarse, pensó Ardohain.


La niña morochita de Barrio Norte fue creciendo en Moreno hasta desarrollarse una adolescente escultural, bella y amorosa. Linda, linda. Sí. Muy linda, pero a la vez escindida. - ¿Por qué ni mi madre sabe cómo vivo? -He pasado meses en sótanos prestados. - ¿Cuál fue mi falta para que mi madre no me quisiera suficientemente? El primo de ella le contó a Ardohain que ella le dijo eso uno de los últimos días en que se vieron antes de que la muerte, imprevista a los treinta y tres la llevara a una parcela en Moreno, alejada del departamento de Libertador donde no pudieron sacarla de paros cardíacos uno detrás del otro, y otro, otro, hasta que el corazón se cansó, como ella se había cansado de la vida y llegara muerta a la Clínica del Sol.